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domingo, 6 de mayo de 2012

NECESITAMOS UN COPÉRNICO

Cuanto más lo pienso, más claro lo veo; cualquier sistema económico que se base en la producción y consumo de bienes condena a la exclusión a la mayor parte de la sociedad, condena a la indigencia a la humanidad, pues, la relación entre consumo y producción se ve mediatizada por un elemento exógeno, el dinero. Se necesita dinero para consumir, para obtener dinero se necesita producir; pero cuando no hay dinero, ni se consume ni se produce. Este sistema resulta absurdo, porque a fin de cuentas, el dinero no es nada, es un ente ficticio creado por el hombre para mejorar el intercambio de bienes; sin embargo, el dinero se ha constituido como el eje en torno al cual pivotan la producción y consumo de bienes.
En el sistema económico capitalista unos pocos controlan los medios de producción y el resto de personas trabajamos para ellos, a cambio del trabajo se obtienen réditos, dinero, con el cual los trabajadores consumen productos; pero puede surgir un problema, cuando un empresario que pide dinero a cuenta de los beneficios que obtendrá en el futuro, no puede devolverlo, porque las circunstancias le han sido desfavorables, se produce un desajuste entre producción y consumo, es decir, el préstamo pedido para llevar a cabo una empresa era imprescindible para su realización, tanto para la producción como para el consumo de bienes; sin embargo, al no poder hacer frente a la devolución del dinero, la empresa quiebra y deja de producir y los trabajadores dejan de consumir. El problema es que si no tengo dinero, no gasto; para tener dinero tengo que gastar; para producir hay que consumir, para consumir hay que producir. El bucle provoca un estancamiento del que resulta muy difícil escapar.
El sistema económico comunista también funciona así, lo que cambia es que la producción es controlada por todos; pero el dinero sigue siendo mediador entre la producción y el consumo de bienes; a resultas de esta situación, si no se consume, no se produce, si no se produce no se consume; porque incluso en un sistema comunista, para consumir hay que producir.
Así pues, el dinero se ha convertido en el protagonista del sistema económico, pero el dinero en sí, no es nada. No podemos seguir basando nuestra economía en el vacío, la gente produce y consume gracias al dinero, para consumir hay que producir y para producir consumir, lo que nos lleva a explotar (esquilmar) los recursos naturales con el fin de obtener dinero, que repito, no es nada.
Necesitamos un Copérnico en economía, necesitamos a alguien que cambie el paradigma económico vigente y establezca una nueva economía, donde el dinero no sea el protagonista, donde su tenencia no sea imprescindible para vivir.
Si el dinero es el problema, volvamos al trueque. Este es el típico pensamiento débil que impide un verdadero cambio en el sistema económico; pues el trueque sería un sustituto del dinero en el intercambio de bienes, de hecho, el dinero nace como sustituto del trueque con la intención de facilitar los intercambios y que estos sean más justos, al existir una unidad de cuenta podemos valorar e intercambiar productos muy diferentes entre sí, ¿cuántas gallinas vale un cerdo? Al valorar los productos en dinero, el intercambio es más justo y eficaz. No os equivoquéis el problema es mucho más complejo y requiere ser resuelto por medio de un profundo cambio de paradigma, una revolución copernicana que dirija la economía hacia un nuevo estadio donde la producción y consumo de bienes no se vea mediatizada por el intercambio, ya sea en dinero o en especie.