La tragedia de Antonio y Cleopatra supone un hito en la obra del autor dramático por excelencia, William Shakespeare, el cual compuso una obra que relata con singular maestría el ascenso al poder del joven Octavio, sobrino de Julio César, y la caída del maduro Marco Antonio, antiguo compañero de batalla del laureado César.
Shakespeare utiliza el trasfondo histórico, trazado por Plutarco en sus Vidas Paralelas, para narrar el continuo trasiego de intrigas que llevan a cabo los hombres para alcanzar el poder. A lo largo de los cinco actos Shakespeare nos retrotrae a los tiempos del segundo triunvirato y logra meternos de lleno en el juego de alianzas y engaños que se suceden uno tras otro entre los personajes, ya sean principales o secundarios. La obra se inicia con la petición de ayuda que Octavio hace a Marco Antonio para derrotar a Pompeyo, que aliado con los piratas siembra el terror en las costas italianas e interrumpe el suministro de grano a Roma. He aquí una primera alianza a la que Marco Antonio se ve obligado a entrar, pues no quiere enemistarse con el pueblo romano y, lo que es más importante, quiere mantener su imagen como Campeador Victorioso y de ese modo hacer visible su poder frente a Octavio y Lépido (tercer componente del triunvirato); esta alianza refleja fielmente las palabras: “la política hace extraños compañeros de cama”, tantas veces repetida por políticos de categoría, como Winston Churchill al referirse a los aliados frente al nazismo.
Entre acto y acto Shakespeare nos sumerge en los juegos de poder y control, la tragedia destaca por llevar dos tramas paralelas que reflejan dichos juegos, de un lado los que se dan a nivel político entre los miembros del triunvirato y de otro lado los juegos de poder dentro de las parejas, en los que Cleopatra es una maestra.
Una vez que el triunvirato derrota a Pompeyo, Octavio aprovecha la viudedad de Antonio para sellar su alianza con un matrimonio. Antonio se casa con la hermana de Octavio y de ese modo se establece un pacto de no agresión entre ellos; pero los consejeros vaticinan que en realidad dicha unión será la causante del conflicto entre ambos. Tanto Shakespeare como Plutarco dejan entrever que el enlace propuesto por Octavio es una maniobra política de este para conseguir ante el pueblo romano una excusa que le permita enfrentarse a Antonio; pues sabía que Antonio no encajaría con las virtudes de Octavia, recato y austeridad, y una vez que se instalarán en Egipto estaba bastante seguro de que Antonio preferiría pasar su tiempo gozando de los placeres sensuales que le ofrecían en la corte de Cleopatra. Octavio demuestra ser muy perspicaz, pues los acontecimientos se suceden tal y como lo había previsto, aprovecha los agravios que su hermana sufre por culpa de Antonio para organizar un ejército con el que se enfrentará y vencerá a Antonio y Cleopatra y de ese modo se alzará como Octavio Augusto, Emperador de Roma.
Los juegos de poder y control político se enlazan con los juegos de poder y control amoroso en la tórrida relación que mantienen Antonio y Cleopatra. La pretensión de Antonio de mantener su estatus honorable ante el senado y el pueblo de Roma se disipa por las maniobras de Cleopatra, que utiliza su fuerza sensual para manipular a Antonio a su antojo.
Cleopatra es presentada por Shakespeare como un ser díscolo y caprichoso, que no es consciente de que su voluntad no es la de un dios. Cleopatra utiliza su capacidad para influir en Antonio, que es presentado como un títere en manos de Cleopatra, convirtiéndose así en el personaje central de la tragedia, pues los acontecimientos que en ella se narran están siempre en relación con Cleopatra. El personaje de Cleopatra actúa de forma pasional, representa un espíritu emocional que nos seduce y a la vez nos provoca rechazo, porque al no obedecer a la moral tradicional ni a la razón imperante, sus actos nos resultan extraños e incomprensibles, pero al mismo tiempo experimentamos el deseo de estar con ella.
En la tragedia de Antonio y Cleopatra Shakespeare nos propone un continuo juego dialéctico: la juventud de Octavio frente a la madurez de Antonio; la sobriedad de Octavia frente a la voluptuosidad de Cleopatra; el laborioso, austero y combativo Occidente frente al perezoso, voluptuoso y cobarde Oriente… lo que la convierte en una obra que incita a la reflexión del lector y por tanto, en una obra de obligada lectura.