El día que nació, su padre no acertaba a ponerle nombre: Cacobaldo, Eustaquio, Filodoro, Abundio. Como no andaba seguro le puso Abulio, que según le dijeron, era el más acertado.
Abulio siempre camina cabizbajo, enflaquecido unas veces, engrosado otras tantas por mor de la indecisión, que le deja incapacitado para la determinación. Errático vaguea por sendas y veredas y al salir a su encuentro, cuando le espetas:
_ Abulio, ¿adónde vas?
Este se para y mirando al cielo sempiternamente contesta:
_Uhmm... No sé.
Así debieron bautizarlo, Uhmnose; porque no importa si le preguntas por su gusto o su conocimiento, por algo o de algo, él siempre contesta:
_Uhm no sé.
_¿Qué vas a estudiar?¿Qúe trabajo te atrae? ¿Prefieres estar casado o soltero?
Uhm no sé, no sé, no sé. Siempre contesta: uhm no sé.
A veces de tanto cuestionarle, de tanto preguntarle, inquirirle e indagarle, acabo obteniendo una frase.
_Abulio, por quinta vez, ¿el mundo es causal o casual?
_ Uhm no sé... Supongo que mitad y mitad.
Las preguntas lo agobian y lo dejan en su indecisión, así pasa los días Abulio entre uhmnoses y supongos, pero jamás entre gozos.
Os prevengo de los indecisos, no son buenos amigos ni en el amor ni en la guerra; pues contaminan con su ánimo a quienes son arrojados, pervierten a los definidos y frustran a los enamorados, ya que a todos ellos contagia con su espíritu.
_¿Me querrá? Tú, Abulio, ¿qué piensas?
_Uhm no sé.
_Lo vi en sus ojos, me ama, ¿tú cómo lo ves?
_Uhm no sé.
_Por ventura, ¿acaso opinas que no me ama?
_Uhm no sé.
_¡Por Dios, Abulio, dime algo!
_Uhm no sé... Supongo que sí, tal vez no. No sé qué decirte.
Malos consejeros son estos Abulios, cuidaos de ellos.
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