Estimados camaradas, amigas y amigos, me reúno hoy con vosotros en esta hermosa ciudad a orillas del Mediterráneo, que tantas gentes y culturas ha visto crecer, para haceros partícipes de la necesidad que tienen nuestros mayores de ver incrementadas sus pensiones año a año. Hay quienes con la excusa de la crisis económica pretenden arrebatar a quienes con su esfuerzo construyeron nuestra sociedad, nuestro modo de vida, nuestro estado de bienestar; su derecho a llevar una vida digna, convirtiendo una crisis económica, coyuntural y pasajera, en una crisis de valores. La dignidad, la capacidad de vivir autónomamente, no puede cuestionarse.
Hace unos días estuve en la inauguración de una exposición fotográfica en la que se mostraban fotos de distintos periodos y que reflejaban las transformaciones urbanísticas de nuestro país.
En ese instante fui consciente de que yo no había hecho nada, ni había construido viviendas, ni había erigido hospitales, ni colegios, ni asfaltado, ni alumbrado las calles, ¡yo no había hecho nada! Todo eso lo hicieron mis padres y los vuestros, por lo que estamos en deuda con ellos, se merecen una pensión que se incremente año a año y que dignifique sus vidas y con ellas las nuestras.
Porque si permitimos que estos adalides del neoliberalismo, estos que se escudan en la crisis económica y que nunca les afecta de lleno, nos impongan un estancamiento o incluso la desaparición del sistema público de pensiones; no solo estaremos dando de lado a nuestros mayores, a quienes construyeron muestra democracia, nuestra sociedad, nuestras ciudades; sino que también nos estaremos dando de lado a nosotros mismos. ¿Cómo exigiremos a nuestros hijos que hagan por nosotros lo que no hacemos por nuestros padres?
Salgamos a la calle y exijamos respeto a la dignidad de nuestros mayores… ¡Que no nos quiten la dignidad!
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