La noción de talento encierra en sí las nociones de inteligencia, capacidad para entender, y aptitud, capacidad para desempeñar una tarea; es decir, que el talento es la capacidad para entender y desarrollar una labor, es pues una capacidad innata en todo ser humano dotado de inteligencia, ya que con esta se implementan una o varias aptitudes que estarán imbricadas en el desarrollo de todo ser humano, el que este cultive unas u otras dependerá del entorno social en el que sea educado.
Así pues, con la entrada en el mundo de una nueva vida se inicia una nueva posibilidad, el ser humano nacido lo hace con un desarrollo pluripotencial que poco a poco se irá decantando en un sentido concreto, a unos les placerá desarrollar un talento científico, social, estético... Pero la cuestión última es que todo ser venido al mundo tiene la posibilidad de desarrollarse en el modo en el que su ser disponga y las circunstancias le permitan.
Dicho esto, se abre la cuestión de si un ser humano tiene derecho a no desarrollar hasta sus últimas consecuencias sus talentos, ¿somos libres hasta el punto de no llevar a término lo que sería bueno en sí?
En principio, no. No somos libres, sino que estamos implicados como especie en un viaje hacia la supervivencia, por lo que cada uno debe desarrollar al máximo las capacidades de las que disponga, aun sabiendo que esto le provocará más de un sinsabor. Todo ser humano debe desarrollar sus talentos y no caer en la indolencia y vivir en un viaje finito, acometiendo los días bajo el lema: "Carpe diem". Muy al contrario la máxima por la que debemos regir nuestras vidas es: "Pretende que cada una de tus palabras y actos pasen a la posteridad", dictum est.
Dado que debemos desarrollar nuestro talento por el bien en sí que esto supone, amén de ser bueno para la supervivencia de la especie, debemos considerar: ¿qué talentos debemos desarrollar y si son todos loables?
En principio, sí. Sí, todos los talentos son igualmente loables siempre y cuando redunden en el bien del individuo y del colectivo, del género y de la especie. No existe un talento mayor o inferior respecto a otro talento, ya que ambos se encuentran en el fiel de la balanza, aunque en nuestro quehacer diario parezca que el talento científico redunda un beneficio mayor para el colectivo, solo lo es en apariencia, pues el talento estético también redunda beneficios en el mismo sentido en que lo hace el talento científico, es un bien en sí el que un músico ejecute una melodia en el mejor modo posible, es un bien para él y para quienes lo escuchan y es beneficiosa en igual medida que cualquier otra manifestación talentosa.
A tenor de lo expuesto, no nos queda otra que desarrollar nuestros talentos en la medida de nuestras posibilidades, no compitiendo con otro que consigo mismo, ser el mejor por el puro placer de serlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario