La Aquileida es un poema bizantino que versa sobre las aventuras y desventuras de un joven noble, que tras vencer a todo aquel que osó enfrentársele, cayó rendido ante una joven doncella por causa de amor. Aquiles, un joven noble tan virtuoso como pendenciero, conoce a una princesa e inmediatamente cae enamorado de ella; a partir de ese momento ambos tendrán que afrontar infinitud de pruebas de amor, que culminarán en un desenlace que se repetirá y supondrá un modelo a seguir a lo largo de la historia literaria. Este Aquiles del siglo XIV es más humano que su predecesor homérico, pero procede también de esa inagotable fuente cultural que representa la Grecia Clásica para nosotros. De ella hemos extraído infinitud de motivos literarios que tanto han repercutido en nuestra literatura y que con el transcurrir del tiempo sufrió un retorno desde la Europa Occidental, en especial de Francia, hacia la Europa Mediterránea. La Aquileida es un ítem que muestra la unidad estructural del sentimiento humano y nos permite reconocer algo tan básico como que las pretendidas diferencias culturales son inexistentes, ya que todos somos uno y lo mismo, pero nos catalogamos de muchas maneras; buena prueba de ello lo constituye la temática amorosa en la literatura, que a continuación desglosaré en este poema griego-francés-europeo… Humano.
El amor se convierte en el auténtico motor de la historia que se narra y aparece a lo largo de toda la obra en sus más diversas manifestaciones metafóricas. La Aquileida es un ejemplo de poema novelesco cortesano, que hereda formas y motivos del amor cortés provenzal. Ya en los primeros versos el autor establece una serie de comparaciones que muestran al amor como: una autoridad, una fuerza coercitiva a la que hay que obedecer; como una cárcel, que retiene a los hombres; como una enfermedad, el amor hiere al hombre; como una llama, que te quema por dentro y por fuera. Hay en la obra otras imágenes del amor mucho más sensuales, tal es el caso de la mirada de amor, que convertida en flecha de cupido, atraviesa el corazón de los jóvenes. Aparece el motivo del jardín, lugar que simboliza a la amada. Allí se ubica una fuente de la que emana el deseo, la pasión sexual, que el joven Aquiles quiere besar. Este jardín se convierte en Edén, en paraíso, y los elementos naturales se transforman en elementos con una evidente connotación sexual; por ejemplo, en el poema los cuerpos de los amantes se comparan con árboles y frutos, como el ciprés y las manzanas; también se utiliza como símil elementos minerales, dando todo ello un carácter sexual a la naturaleza. El autor plasma en el poema la sexualidad de la naturaleza, el ciclo reproductivo de la misma se relaciona con nuestro propio ciclo, a través de un lenguaje agrícola; apareciendo en la obra verbos como recolectar o cosechar. Esta asimilación entre amor y naturaleza lleva consigo una visión cíclica del amor; y por ende, se asimila el amor a la muerte y esto se pone de manifiesto en la intención del joven Aquiles de querer ser enterrado junto a su amada. Esta dualidad amor / muerte, también se refleja en la metáfora del amor como combate, como forcejeo, que si bien, se entiende como metáfora sexual, de algún modo refleja la muerte; pues en un combate se hiere y se mata. De hecho en La Aquileida se usa también un lenguaje agrícola en las escenas de combate. Aquiles siega la vida de sus enemigos.
Toda esta simbología amorosa tiene una clara influencia occidental, pero La Aquileida es un poema que entronca con las raíces de la épica griega medieval; pues tanto sus personajes como su trama tienen reminiscencias del gran poema épico Digenis Akritas. Algunas de sus similitudes se muestran en la trama, por ejemplo, Aquiles se enfrenta a la familia de su amada, del mismo modo que Digenis combate a los familiares de la suya; incluso, se llegan a copiar escenas como la lucha entre Digenis y un león, que aparece también en La Aquileida. Pero donde más se parecen ambas obras es en la construcción de los personajes, Aquiles es presentado como un joven noble, detalle que se nos aporta por medio de la metáfora del pecho blanco, extraordinariamente bello, inteligente, astuto, fiero, amante del combate, victorioso... Todas estas virtudes son exageradas por el autor hasta el extremo de convertir a un hombre en un ser divino. Esas mismas virtudes y esa misma exageración se daban ya con creces en el Digenis.
La astucia en el combate y en la vida es una característica común en Digenis y en Aquiles, lo que los entronca como personajes griegos con el más astuto de los hombres, Odiseo; también aparecen ataviados con armamento que rememora a Heracles, la maza. La astucia junto con la fuerza y valentía de Digenis y Aquiles les hace aparecer como invencibles, pero hay un combate, un enemigo al que no pueden derrotar, ambos sucumben ante el amor / muerte.
Otro elemento común a ambos personajes es su capacidad para enamorar a través de la palabra y para ser más precisos, a través del canto. Esta característica, al igual que el uso de nombres como Afrodita y Helena para recalcar la belleza de una doncella o Aquiles a un campeador, nos transporta a una época anterior y aún más lejana en el tiempo, que nos hace recordar un mundo en el que la voz, el canto, estaba cargado de magia y poder; nos recuerda a los cantos de sirenas y aún más a los cantos órficos.
En cuanto a los personajes femeninos hay que decir que siguen una tónica general a la de los masculinos respecto de sus atributos, es decir, se exageran sus beldades. Pero tan solo destacan en ellas sus virtudes físicas y todo lo más, que sean tiernas y abnegadas. Son personajes un tanto planos, no tienen acción argumental propia, se diría que son personajes cuya función es provocar un cambio de registro en el personaje masculino. Las doncellas son extremadamente bellas, viven junto a su familia, de repente llega un hermoso joven del que se enamoran, pero, parece lo contrario, que es el hombre quien se enamora y ellas se dejan llevar; recuerdan a la relación entre sujeto paciente y complemento agente. Las doncellas son comparadas con árboles, frutos, fuentes, jardines, elementos de la naturaleza, de tal modo que son presentadas como llaves que permiten al hombre el conocimiento de la naturaleza. Por otro lado y para terminar, destaca el hecho de que las doncellas, que son de noble cuna, están ataviadas con multitud de elementos de prestigio como las perlas y las piedras preciosas. Algo que recuerda a las riquezas del Imperio Bizantino, pero que también cumplen una función primordial en el argumento de la obra; ya que en el desenlace final de los personajes, las riquezas no les salvan de la muerte. No importa cuan ricos sean, al final morirán como todo el mundo. Tal vez sea una aportación, probablemente inconsciente, del pensamiento cristiano a la literatura de la época.
Me ha encantado, muy interesante y útil información para un trabajo que estoy haciendo, gracias!
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