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viernes, 12 de agosto de 2011

EN TORNO AL RITO

El rito, lo sagrado, el símbolo… No hay una definición aceptada unánimemente por todos los estudiosos del fenómeno del rito, pero este libro trata de dar una visión de las diversas formas de entender este fenómeno tan humano.
Rito deriva del latín ritus y este del griego artus que a su vez entronca con la raíz védica rta/arta que alude al orden entre dioses y hombres. Atendiendo a dicha etimología James Frazer, autor de La rama dorada, distinguía cuatro tipos de rito:
1.      Rito simpático, donde interviene la similitud.
2.      Rito animista, donde se personifica el poder del dios o tótem.
3.      Rito de base dinamista, interviene una potencia tipo maná.
4.      Rito de contagio, donde se contagia una cosa a otra.
Todos ellos se combinan de forma diferente: directa, indirecta/positiva, negativamente.
Durkheim asimilaba, por su parte, rito y religión, para él todas las religiones pueden analizarse por su vínculo a estructuras sociales de las que proceden y se desarrollan.
Hay que diferenciar lo profano y lo sagrado: las cosas sagradas son las que protegen y aíslan los tabúes; las profanas son aquellas a las que se aplican los tabúes y que deben permanecer a distancia de las sagradas, de modo que se produce una bipartición del universo cognoscible. Para Durkheim lo puro y lo impuro están conectados por la posible transmutación de una cosa en otra por medio del rito. De este modo distingue entre:
  • Culto negativo o tabú, que es un rito de evitación que prepara al iniciado para entrar en el ámbito de lo sagrado. La ascesis, la abstinencia sexual o alimentaria, se convierten en prohibiciones que introducen al individuo en la vida religiosa.
  • Culto positivo, se asocia a una fiesta periódica, pues la vida religiosa marca la vida social.
  • Rito piacular, es un tipo de rito de duelo, marcado por la expiación, de modo que se caracteriza por infringirse dolor.
Según Durkheim, los ritos, actividades de naturaleza excepcional, tienen como efecto reforzar los sentimientos de pertenencia a una colectividad y de dependencia a un orden moral superior, que rescata al individuo del caos y el desorden; los ritos vinculan el pasado al presente, al individuo con la comunidad. Solo puede haber sociedad cuando exista la necesidad de alimentar y afianzar a intervalos regulares los sentimientos colectivos.
Para Mauss el rito es una acción tradicional eficaz, no por su eficacia como tal, sino por la manera de entender dicha eficacia; esto es lo que diferencia al rito del juego, la fiesta o la costumbre; ya que estos se realizan porque sí, mientras que el rito pretende ejercer una acción sobre determinadas cosas.
Marcy Douglas entiende el rito como un sinónimo de símbolo, siempre el rito (que puede ser un gesto rutinario como bendecir la comida antes de comer) signifique algo diferente de lo que es o se hace.
Dada la diversidad de opiniones, esta autora opta por una definición de rito que trate de acoger en su seno las diversas perspectivas, dando como propuesta la siguiente definición académica: rito es un conjunto de actos formalizados y expresiones dotadas de una dimensión simbólica. El rito se caracteriza por una configuración espacial y temporal específica; por el recurso a una serie de objetos; por unos sistemas de comportamiento y lenguaje específico; por unos signos emblemáticos, cuyo sentido codificado constituye uno de los bienes comunes de un grupo.
En las sociedades modernas las formas rituales siguen teniendo importancia; ya que permiten la expresión de valores y emociones que no encuentran la forma de expresarse en el mundo del trabajo o en el mundo doméstico. Son momentos de desahogo colectivo, en los que se suelen manifestar valores de la virilidad (relacionado con el culto a las armas); como si los hombres necesitasen más ritos que las mujeres.
La cuestión de los ritos de paso… Van Gennep enfatiza la cuestión del tránsito, hay un antes y un después de la realización del rito. Gennep observó un conjunto de manifestaciones sociales que obedecían a un mismo esquema formal, los ritos presentan un esquema que se traspone a lo largo del tiempo; por ejemplo, los rituales calendarios se cristianizan y ritos antiguos como el de la llegada de la primavera evoluciona hacia la Cuaresma, el solsticio de invierno es solapado por la Navidad. La tesis de Gennep es revolucionaria al no aislar los distintos ritos ni clasificarlos como primitivos o negativos, sino entendiéndolos como un ciclo, un tránsito dinámico.
Un episodio ritual consta de tres fases: separación, margen y agregación; por ejemplo, en el matrimonio observamos cómo se distinguen las tres fases: soltería (separación), noviazgo (margen) y conyugal (agregación). Los tránsitos son tan metafóricos como materiales, en ocasiones, el tránsito se manifiesta en el rito por medio del salto, cruzando un umbral o pórtico; estas acciones materializan la metáfora del rito. Tras el rito se produce un cambio en la categoría social, lo que implica, en el caso del matrimonio, un cambio de domicilio. Para Gennep hay ritos que subrayan el tránsito de lo profano a lo sagrado y vuelta a lo profano, constituyendo un ciclo rotativo de tres fases: el ser se ve separado del curso ordinario de las cosas, lleva entonces una existencia marginal y finalmente se reintegra a la vida normal; pero adquiere en el proceso una nueva condición.
Pierre Bourdieu critica a Gennep su obsesión con el cambio temporal y que este no se fijase en la función social del tránsito, que separa no solo un estadio de otro, sino, sobre todo, separa a quienes realizan el rito de quienes nunca lo realizarán; el rito de circuncisión no solo separa a los circuncidados de los que no lo están, sino que separa y excluye a quienes nunca serán circuncidados: las mujeres. El rito sería pues una manifestación del poder de las autoridades que instauran el rito; por lo que el rito no sirve para pasar, sino para instituir, sancionar o santificar el nuevo orden establecido; por esta razón propone que se abandone la acepción de rito de paso y se adopte la de rito de institución. Los ritos asumen la doble función de dotar de nuevas cualidades y separar a unos miembros de otros, con el aval de todo el grupo; pero esto ocurre solamente porque hay un poder que sirve como protector y que impide penetrar a quienes no han sido instituidos por medio del rito.
Si bien Pierre Bourdieu plantea cuestiones interesantes, la autora mantiene la visión de Gennep, presentando su visión sobre los ritos de tránsito asociados a la vida social, empezando por:
  • Bautismo: el niño pasa del mundo profano al religioso, la idea central es conducirlo, mediante la ceremonia del bautismo, del mundo no cristiano al cristiano. La liturgia del bautismo es similar al resto de ritos de paso: parada en el umbral de la iglesia, signo de la cruz, la bendición e imposición de la sal, rito de separación del mundo anterior al nacimiento que elimina la impureza.
  • Matrimonio: acto social muy relevante pues se unen dos familias, el tránsito matrimonial es simbólico, social y material. Para los novios, el matrimonio supone un cambio de estado en su categoría social, el matrimonio marca una frontera que convierte a los novios en adultos con derecho a sexo y casa. La novia además vive el rito como una separación del hogar paterno, con el banquete de boda se produce un encuentro entre las respectivas familias de los novios que ayuda a aliviar las tensiones que provoca el tránsito que supone la marcha de una hija de su hogar paterno, para entrar en la casa del marido como esposa.
  • La muerte: los ritos funerarios, los que asimilan al muerto al mundo de los muertos son los más elaborados y se les atribuye además especial importancia; pues tienen como objetivo permitir que el muerto acceda al descanso eterno, única forma de que los vivos puedan descansar.
La regresión de ritos como el bautismo, matrimonio y funeral se compensa con otros que los sustituyen; pues parece ser que la sociedad está necesitada de ritos, hoy las madres, que dan de lado el bautismo, promueven un rito que se fundamenta en la redacción de un diario vital del recién nacido, “ la primera vez que lloró, comió, sonrió…”. Este diario inserta al recién nacido en el mundo familiar y social.
De las novatadas como iniciación… este capítulo revisa y compara ritos iniciáticos africanos y las novatadas que se dan en los colegios universitarios franceses. En la iniciación africana, tras una muerte simbólica que marca la ruptura con el pasado (la infancia, la ignorancia) los novicios son sometidos a tabúes, pasan a depender de instructores, ya iniciados, los preparan para aumentar su capacidad de aguante, sometiéndose a un código moral riguroso. En la reclusión, al novicio se le revela un saber (mito, lenguaje, costumbre) sobre la sociedad a la que va a incorporarse. La iniciación sirve para matar al estado de indiferenciación y de amorfismo de la infancia para renacer a la masculinidad y la personalidad.
Brigitte Larguèze estudió los ritos de iniciación en las universidades francesas y observó que aparecen unas costumbres: la pérdida de identidad, muerte simbólica y renacimiento; todo ello marca un rito de institución que separa a los que los han vivido de quienes nunca lo harán, son ritos de iniciación a la virilidad, por lo que aparecen contextos militarizados (rapado de cabello), masculinos y obscenos.
Sin embargo estos ritos están en regresión debido a que la condición de adulto ya no se conquista de un plumazo, como antes, el tránsito de infante a adulto se estira indefinidamente, sin que sea posible marcar claramente un antes y un después; ya que el momento en el que se adquiere el derecho a la sexualidad, a la independencia económica y residencial, lo que en general se asimila a la condición de adulto, han dejado de coincidir.
Hombres, deportes, ritos… En las sociedades antiguas las actividades deportivas estaban asociadas a diferentes ritos de paso; en las modernas, estas manifestaciones actúan como válvulas de escape a las rigideces que enfrentan al binomio trabajo/ocio y ayudan a formar la identidad de grupo.
Cazar es una actividad social y simbólica que ayuda a la integración del individuo en el grupo social de los hombres. La función simbólica de la caza no está para reforzar las barreras sociales; sino para franquearlas por medio del rito. La caza contiene en sí los elementos de cualquier rito de paso: separación de la comunidad, vida marginal en la búsqueda de la presa y agregación en el momento de compartir la pieza con el grupo. La camaradería entre el grupo se expresa en un lenguaje sexual crudo, la caza se convierte en un viaje de ida y vuelta entre lo salvaje y lo doméstico.
La enorme aceptación del fútbol como fenómeno de masas se debe a su carga simbólica, que presenta una similitud insospechada con la vida de las sociedades actuales: la división de tareas y la teórica igualdad de oportunidades. El fútbol se caracteriza por la sencillez en su organización y sus reglas; los hinchas se identifican con el club que se asocia a la ciudad. El partido se ritualiza, el campo de juego se convierte en el escenario de una guerra ritualizada, es por ello que este acoge en su seno símbolos y emblemas con calaveras, las aficiones rivales se insultan y se dedican cantos de exaltación al club propio y cantos degradantes al adversario. En el transcurso del encuentro, los hinchas adquieren un lenguaje sexual crudo, el ambiente se impregna de un aire marcial y las mujeres son excluidas del evento. Con la victoria en el terreno de juego (campo de guerra) se desata el sentimiento de grupo y se exterioriza corporalmente las sensaciones, se produce una fase de éxtasis que es tolerado por el poder establecido.
La carrera, el footing, nace en los 60´s como una forma de contracultura urbana, esta se extiende y ritualiza porque representa valores burgueses: combatividad, lucha con uno mismo, voluntad de superación. El corredor es un “practicante”, la carrera colectiva es una “misa” y el calendario de carreras se presenta como un ciclo “pseudoreligioso”.
Lo secular y lo singular: la función comunicativa del rito… Muchas acciones ceremoniales contienen un sentimiento religioso o en relación con lo inmanente, con lo sagrado y debido a las pulsiones emotivas que ponen en funcionamiento, de los comportamientos morfológicos y a la capacidad que poseen estos comportamientos para simbolizar; se consideran a dichas acciones como rituales, con todos los efectos que ello comporta. El rito profano encuentra su lógica en su efectuación y tiene suficiente con su intensidad emocional; el culto al mausoleo de Lenin pertenece al ámbito de lo sagrado, aunque sea una sacralidad impuesta, este culto es sacro, porque la sociedad así lo entiende, asimila y comparte.
En los ritos públicos que corresponden a una afirmación de lo político y que son consustanciales de un poder que debe afirmarse regularmente durante el transcurso de grandes ceremonias; no es posible relegar el ritual al campo de lo tradicional y el espectáculo al campo de la modernidad; rito y ceremonia se interpenetran y es difícil trazar una línea que los separe, prueba de ello es el intento sistemático de los revolucionarios políticos que implantan festividades que legitimen su poder.
El ritual político necesita: un lugar, un tiempo, símbolos, aspecto colectivo, gestos solemnes que despierten la emoción, la creación de un vínculo intergeneracional a través del recuerdo. La ritualización de lo político es consustancial a toda sociedad, ya que en el corazón de todas estas manifestaciones se sitúa una lucha de poder. Ahora es más compleja a causa de los mass media; pero se mantienen las formas festivas asociadas a la función política, dicha función es relevante y evidente, pues permite al grupo superar las divisiones internas en una comunidad que vive escindida en diferentes grupos sociales; así pues, la fiesta, el rito, refuerza el vínculo social entre los diferentes grupos sociales que forman la comunidad.
La sociedad cambia y los ritos se amoldan al cambio; aunque no los veamos, los ritos son menos marginales de lo que se piensa y revelan algunos elementos contemporáneos de interés relativos a la forma en que el individuo se integra en una sociedad que se basa en las solidaridades orgánicas, es decir, solidaridad entre los miembros de una familia, un grupo social, etc.

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