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martes, 23 de agosto de 2011

¿QUÉ DEBEMOS HACER?

Cualquier exigencia de fundamentar, de una vez por todas, a partir de la constitución eterna del mundo y de los  hombres, un determinado comportamiento como el adecuado y que, por lo tanto, plantee continuamente la pretensión de validez incondicionada está abocada, según Horkheimer, al fracaso. 

Es curioso que siendo los humanos un grupo bastante homogéneo en términos biológicos, seamos tan diferentes en términos culturales. ¿A qué se debe tanta diversidad? La respuesta cuantitativa dirá que las diferencias culturales se deben a diferencias medioambientales que provocan una diversificación del comportamiento, por así decirlo, los comportamientos son ajustes al medio y estos se justifican porque suponen un ahorro energético. Yo me inclino a pensar como Horkheimer, en mi opinión, la historia y la filosofía no han asumido lo irracional en el hombre y hasta que no seamos conscientes de nuestra irracionalidad, jamás podremos llevar a cabo una auténtica exploración del fenómeno humano.

La historia pretende reconstruir el pasado, pero no ha lugar dicha reconstrucción, por muchos datos que se registren resulta imposible averiguar lo sucedido, por no hablar de lo que sucederá, no hay verdad en la historia, en esta todo es una mera construcción imaginaria de lo que pudo ocurrir, pero jamás sabremos las causas y efectos de los actos pasados ni veremos ni predeciremos, por mucha simulación que hagamos, cómo actuará la humanidad y el humano en el futuro. La filosofía que pretende dar una solución única al hecho moral humano, se da de bruces ante la realidad que constata que no existe un comportamiento adecuado, porque este tiene dos vertientes que conviven, de un lado, la racionalidad, que lleva a grupos humanos a cocinar alimentos de la forma más eficiente y de otro lado la irracionalidad, que lleva a grupos humanos a ayunar hasta la muerte.

Esa es nuestra realidad y la que nos impide lograr un acuerdo universal sobre qué debemos hacer. Como seres racionales, actuamos según modelos de acción ecuánimes; pero como seres irracionales, actuamos de forma caótica. Dado que estamos en un punto en el que hemos heredado un sinfín de convenciones, quizá, la respuesta a la pregunta, ¿qué debemos hacer?, deba ser respondida partiendo de este punto, es decir, marquemos como punto 1 este día y pensemos cómo debemos actuar, no miremos atrás ni pensemos en futuribles, simplemente sentémonos a dialogar y lleguemos a un acuerdo sobre qué debemos hacer, sin rémoras del pasado ni lastres del futuro, decidamos aquí y ahora y entre todos nuestro quehacer. 

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