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lunes, 24 de enero de 2011

COMENTARIOS A LA ÉTICA DE SPINOZA

APÉNDICE LIBRO I, ÉTICA DE SPINOZA
En este apéndice Spinoza critica la visión teleológica que los hombres presuponen a una naturaleza, que al no ser entendida, suponen que ha debido ser creada por un ser ajeno a la misma, es decir, que un Dios creó el mundo y lo hizo con un fin; además critica las convenciones sociales que los hombres han establecido conforme a un baremo irreal que se basa en la atracción o repulsión de los sentidos, es decir, que hemos creado una escala de valores que se funda en la creencia de que el mundo se hizo para agradarnos; y de esa creencia han surgido conceptos como: el bien-el mal, la belleza-la fealdad…
Para criticar y demostrar como falsas estas creencias tan comunes entre los hombres, Spinoza invoca a la Matemática como ciencia que aporta veracidad a sus palabras, de modo que expresa su visión del mundo bajo la forma de proposiciones matemáticas. Pero veamos cómo desarrolla sus críticas.
Spinoza parte de una premisa de la que se extraen diversas conclusiones, que finalmente se demuestran como falsas por estar basadas en la imaginación y no en el entendimiento. Por ejemplo, de una premisa como: todos los hombres nacen ignorantes de las causas de las cosas y todos ellos buscan lo que les es útil, lo que desean, y de ello son conscientes. Se deducen varias conclusiones tales como: que los hombres son libres, que actúan con vistas a un fin, que quieren conocer las causas de las cosas, que cuando estas causas son conocidas los hombres se tranquilizan. 
El problema que se le plantea al hombre que piensa con la imaginación y no con el entendimiento, reside en: ¿qué ocurre cuando no es capaz de explicar las causas de las cosas? Pues que surge en él, la idea imaginaria de un ser externo a la realidad, es decir, Dios. Los hombres ignoran la causa de la existencia de la realidad, esta les viene “dada”, por lo que imaginan que existe un Dios creador, que actúa en beneficio del hombre, de modo que la naturaleza pasa a ser un súbdito del hombre, que a su vez es súbdito de Dios; y así se explica el culto a Dios. El prejuicio que dice que lo existente actúa en razón de un fin y que Dios procura que así sea, avala la jerarquización del mundo, por lo que es refrendado por las autoridades políticas y morales con vistas a preservar su estatus. Spinoza argumenta que preguntar por las causas de las cosas lleva a considerar, en última instancia, que todo ocurre por voluntad divina, que todo nos viene dado por la divina providencia. Pero esa creencia no es otra cosa que ignorancia, pues si en lugar de preguntar por las causas, lo hiciésemos, al modo matemático, por las propiedades; hallaríamos la verdad. Para Spinoza no existe un ser ajeno al mundo que sea causa de este, sino que todo lo que existe forma un todo existente y causante de sí mismo, que se demuestra por su propia existencia. Él considera la existencia de una única substancia, de la que los hombres y todo lo que se aparece ante nuestros sentidos formamos parte, siendo meros modos en los que esta substancia se manifiesta.
De la comprensión y aceptación de esta idea de una sola substancia de la cual formamos parte, surge una nueva visión del mundo que lleva al hombre a repensar las convenciones sociales establecidas; por ejemplo, por qué juzgamos a un caballo como un animal noble y bello, mientras que juzgamos a una cucaracha como un ser indigno y feo, cuya causa de existencia resulta difícil de entender, que no de imaginar; pues porque, según Spinoza, aún no entendemos que ambos, caballo y cucaracha, son modos, manifestaciones distintas de una sola substancia; de modo que no son ni bellos, ni feos, ni nobles, ni indignos… tan solo son distintos modos en los que se manifiesta la substancia.Asumir como propia la idea de Spinoza, la existencia una única substancia de la que somos una manifestación más, como otra cualquiera; conlleva la supresión de todas nuestras categorías conceptuales y convenciones heredadas del pasado. Qué sentido tendría hablar de caliente, frío, blanco, negro, orden, caos… qué sentido hay en crear estructuras jerárquicas en las sociedades… Si todos somos lo mismo, un modo de la misma y única substancia, nada de esto tiene sentido; tal vez sea esta la razón por la que Spinoza fue vilipendiado en su época y tan mal entendido en la nuestra. 
ARGUMENTOS QUE FORTALECEN LA LIBERTAD
En La Ética, Spinoza describe las bases de su concepción del mundo; se considera que solo hay una sustancia de la que conocemos dos atributos. Así pues, todo lo que existe es y se demuestra por su existencia; todo es uno, ergo, no hay particulares, sino que a nuestros ojos aparecen ideas particulares que son inadecuadas e irreales.
Un hecho particular, un hombre, es una manifestación más, un modo más de la sustancia; como parte de la sustancia que somos, poseemos sus atributos conocidos: pensamiento y extensión. Todos los hechos particulares están conectados e interactúan entre sí, pues forman parte del todo, de modo que la sustancia es todo lo que hay, de tal modo que es causa de sí misma; ya que al ser todo lo existente parte de la sustancia, esta no puede proceder de otra, sino que es causa de sí misma, es decir, es inmanente. En la sustancia los particulares están determinados, viven en un universo causal, pero no teleológico, es decir, no existe un fin definido, sino que las causas se suceden mecánicamente.
Dicho esto, ¿cómo responde Spinoza al problema de la libertad individual en un mundo en el que solo existe una sustancia de la cual formamos parte y estamos encadenados a su cadena de causa-efecto?
Para Spinoza la libertad no radica en la elección, ya que esta está determinada, sino en la compresión y aceptación de esta determinación. Es decir, un hombre es libre tanto en cuanto comprende que no hay elección, sino determinación; y cómo logra llegar a esta comprensión; pues a través de la razón, ejercitando la actividad mental.
La libertad consiste en reconocer la inadecuación de las causas con las que el individuo asocia placer y sufrimiento, es decir, ser conscientes de que la escala de valores convencionales con la que discriminamos al mundo y describimos a este como algo bueno o malo, es una escala irreal; pues nos viene heredada del entorno social en el que hemos nacido. No existe una escala de valores que responda al ideal ni a la intencionalidad de la sustancia, pues esta carece de ideales y de fines.
Por medio de la razón, fomentando en nosotros el ejercicio intelectivo, llegamos a comprender que la sustancia está determinada a ser lo que es y no otra cosa; y entonces somos libres.
  
   

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