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miércoles, 26 de enero de 2011

Kant y el porqué de los a priori

Cuando Kant publicó su obra fue criticado por las dos grandes corrientes de pensamiento que había en su época, de un lado estaban los empiristas, que creían que todo conocimiento devenía de la experiencia; de otro lado estaban los idealistas, que fundaban todo conocimiento en el uso exclusivo de la razón.
En la Crítica de la Razón Pura, Kant decide seguir el consejo de Ment-tzung y escoge el camino del medio, pues como decía el proverbio: "en el medio está la verdad". Es por ello que fundamenta en esta obra que si bien todo conocimiento es empírico, no todo conocimiento procede de la experiencia; sino que existen los conocimientos a priori.
Pero, ¿por qué existen los a priori, por qué son necesarios?
La necesidad de los a priori se explica en el hecho de que Kant era consciente de que los sentidos no dan una certeza absoluta; la experiencia sensible resulta engañosa, pues la realidad que se nos aparece y aprehendemos a través de los sentidos, no es una realidad absoluta, es decir, no podemos extraer un conocimiento absoluto, universal, válido en todo tiempo y lugar de ella; sino que la realidad percibida genera en nosotros representaciones de los objetos, pero estas representaciones están moldeadas en el cerebro, no es la realidad en sí, sino una representación de ella. Pero tampoco podía adherirse a la corriente idealista, porque está, aunque es capaz de generar un conocimiento con mayor certidumbre, es decir, es capaz de generar un conocimiento válido en todo tiempo y lugar; no ofrece un conocimiento trascendental, es decir, las certidumbres logradas a través del uso exclusivo de la razón no son experimentables sensitivamente; por lo que carecen de verdad existencial. Por ejemplo, un idealista puede afirmar que Dios existe y es omnipotente, incluso puede hacer el ejercicio lógico que permite demostrar razonadamente esta afirmación; pero no podrá decir: he aquí, Dios; puesto que este nunca ha sido percibido. Un empirista puede decir que Dios no existe, pues no lo percibo, si existiese lo percibiría; pero no podrá decir: he aquí que no hay Dios, puesto que el hecho de no percibir una cosa, no quiere decir que esta no exista.
Así pues, Kant se ve obligado a establecer unos límites al entendimiento humano: Dios, el alma y el Universo no son cognoscibles, exceden las capacidades del entendimiento humano; son las llamadas antinomias. Una vez que los límites al entendimiento están establecidos, es necesario conciliar ambas posturas, pues solo se podrá extraer un conocimiento de un objeto cuando este sea percibido por los sentidos, sea comprendido por el entendimiento y luego pueda ser experimentado; lo que constituye un conocimiento trascendental del objeto.
Kant construye su filosofía trascendental del siguiente modo: un objeto es percibido por los sentidos, este se llama fenómeno, pues se nos aparece, este fenómeno, captado por los sentidos, pasa por el entendimiento, que genera la representación del objeto convirtiéndolo en noúmeno, este último trasciende a la realidad; y tras sufrir esas etapas, podemos afirmar un conocimiento sobre el objeto percibido y pensado, que es válido en todo tiempo y lugar; por esta razón se llama conocimiento trascendental, porque trasciende a la realidad, pasando de objeto de la realidad a objeto de conocimiento y volviendo a ser objeto, ya trascendido.
El conocimiento intelectual produce mayor certeza y el conocimiento intuitivo mayor realidad; para poder obtener un conocimiento trascendental de un objeto se hace necesario tener unos a priori; es decir, dar por hecho que existen conocimientos que no proceden de la experiencia, sino que son producto del entendimiento; de esta forma se puede lograr un conocimiento trascendental de las cosas y por eso son necesarios establecer unos a priori, porque sin ellos el conocimiento será o más certero o más real, pero no ambas cosas; de modo que al establecer ciertos a priori se construye un puente que conecta el conocimiento intuitivo con el conocimiento intelectual; un puente por el que circula información que genera un auténtico conocimiento, un conocimiento puro.

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